La vivienda es muy humilde. Hay enseres domésticos en un viejo aparador de madera. Escasos adornos, salvo un florero con ramas secas. Se ven unas cuantas botellas vacías limpias, que indican que aquí todo se aprovecha. El suelo es de linóleo bastante deslucido. Pero el gato está sano. Nos mira curioso, como tiene que ser. Vigila su territorio, tal vez atento a un ruido o a una presencia extraña. Su cola descansa en el piso. No tiene miedo. Allí él es el dueño y señor. |
Desde hace millones de años, los gatos interesamos a los humanos. Nos han adorado como dioses. Pero también se nos ha perseguido en épocas de oscuridad e ignorancia. Muchos poetas ilustres han cantado nuestra gloria.Y todas las artes humanas celebran la figura del gato. Mi diario es muy modesto. Sólo pretende acercar a los pensantes mamíferos de dos patas a nuestro reino felino.
lunes, 1 de octubre de 2012
Vigilante felino
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