miércoles, 31 de octubre de 2012

Dear Freddie and cat

Que Bastet te bendiga. Que estés en el cielo de los divinos gatos. Que tu belleza no muera . Pruu Meaww. No te olvidamos.

martes, 23 de octubre de 2012

Blue cats from Kuba

A Cuban Blue cat in Havana, May 25, 2011. REUTERS-Desmond Boylan
Mimados hasta el aburrimiento, reyes totales del apartamento en que residen, descubrí una familia de gatos azules en Kuba. No son sus parientes cercanos rusos, ni los británicos o americanos. Legítimos de la isla, vamos. Y adorados como se merecen. Miaww.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Violencia felina según Goya

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"Riña de gatos" de Goya, refleja muy bien la violencia y fiereza que pueden alcanzar los felinos.

Cats in Russia


CATS IN RUSSIA

The classic Russian cat is Siberian

From "A world apart - life for cats in Russia"
(Mike Morse, YOUR CAT Magazine, August 1998)
According to Russian folklore, a cat in the home is a sign of great luck.
Ironically, this troubled country has had little good fortune this century.
Less than a decade ago it was still in the iron grip of communism. Today, it has broken free but is struggling to gain economic stability.
Many Russians find it hard to feed themselves, let alone their cats. Veterinary care is often outdated or too dear and there is a deep-rooted mistrust of medicine, so many cats go untreated.
Happily, there are always exceptions to be found across this vast land. A thriving network of cats clubs has sprung up from St.Petersburg in the north to Vladivostok in the far east. They want the world to recognize new native cat breeds - and not just the Russian Blue. Some recognition came last year when the Federation International Feline (FIFe) approved the standards for the Siberian, a semi-longhair breed with a sweet nature.
An artistic renaissance is also dawning as Russia enjoys new-found creative freedom. Felines are such an inspiration that there is a permanent cat museum in Moscow.
And there are countless animal lovers who, despite hardship, care passionately for their pets.
MOSCOW MOGGIES
Many westerners gain their first impression of Russia on arrival in its capital city. It proved a lasting impression for Jonathan Owen of the World Society for the Protection of Animals.
He said: "Animal welfare isn't really a concept there. It's virtually non-existent. It's a pretty inhospitable place."
He found a city struggling for survival where cats fended for themselves. Many were on sale at dingy markets to anyone with enough roubles to spare.
Neutering or spaying was frowned upon - surprisingly even at the animal shelter where Jonathan stayed.
"They assumed it meant your animal was in a great state of pain for two weeks. But in Britain, it's a very simple operation."
Veterinary clinics appeared to be about 50 years behind the UK in terms of equipment. Jonathan said: "I would describe them as pretty much still in the 40s. They were stocked but far less up-to-date than anything in Britain."
One excellent practice is that once a week, a number of clinics waive the vet's bills, allowing pets to be seen for free. Jonathan said: "It was touching to see people, including really old ladies, coming in with their cats. It was obvious they didn't have a penny."
AN ARTISTIC FRONT
Cats in Moscow have an unusual ally in the Moscow Cat Museum. IT has a permanent display of art inspired by felines. Museum director Andrei Abramov is a cat lover who believes the exhibition can teach Russians more about animal welfare.
He said: "To this end we have worked out several programmes for children, such as an annual picture contest among children, 'My Cat'. Children send drawings and pictures from all over Russia and we have festivals and shows. Let's hope the situation will change for the better one day."
Andrei is also calling on the government to launch a Russian version of the RSPCA. It would be a fitting way to continue Russia's traditional tolerance of cats.
Andrei said: "Cats have a special place in the Russian household. Moving to a new house, it was customary to let the cat in first to ensure a happy and prosperous life."
"For centuries, shop owners had cats as pets, not only to eliminate mice but as a sigh of prosperity. The fatter the cat, the more prosperous the business of the master in the eyes of its neighbours."

sábado, 13 de octubre de 2012

Guardia felina en el Hermitage


Como todo el mundo y su hermano sabe el Hermitage, en San Petersburgo (antes Stalingrado y alguna vez Leningrado) en Rusia, es uno de los mayores y mejores museos del mundo. Cuando tuve la suerte de visitarlo me quedé patidifusa y aluciné en vistosos colores. Hay 50 felinos que cumplen funciones de guardias en el recinto. Sirven lo mismo contra los ratones que contra los posibles cacos. Meaww..


The real cat power


Ni negro ni blanco: un felino inteligente y avispado que acabe con los chanchullos, las guerras y otras desgracias. Miaww


miércoles, 10 de octubre de 2012

Gatos un poco ridículos.

En Londres venden unos caramelos muy sabrosos y finos que vienen en cajitas decoradas con gatos disfrazados de personas. Aunque no me gustan demasiado las licencias que se toman con nuestra apariencia los humanos bípedos, admito que aquí quedamos bien y dignos. Miaww

lunes, 1 de octubre de 2012

Venecia felina

Miau en Venecia

Venecia es una ciudad muy felina. Estamos por todas partes y somos adorados por los venecianos. Nuestra historia de amor se remonta a los primeros asentamientos de mamíferos bípedos en las cercanías del Rialto (Texto original: Rrrrrron Venecia prrruu, fss prrr rrrromm).

El establecimiento de la Republica, un período de pujante riqueza y prosperidad para los humanos, afianzó nuestros lazos con los bípedos pensantes. A todos los refinamientos llegados de Oriente, a la orfebrería, a los deliciosos aromas y especias, y a las prodigiosas construcciones, se sumaría la belleza de nuestros antecesores, los gatos orientales.

Cuentan las crónicas De Miau Veneto, que dentro del notable séquito de unos príncipes bizantinos, se pudo admirar por primera vez en Venecia, Sirius, un gato de Angora de pelo largo, que llegó a la ciudad en calidad de honorable compañía del noble. Cuando bípedos mercaderes venecianos contemplaron a Sirius, palidecieron de envidia. Y no pasó mucho tiempo antes de que se pudieran ver gatos de pelo largo, en los palacios del Canal Grande. Por cierto, los pagaban a precio de oro.

Pero los gatos que poblaban entonces Venecia no fueron sólo suntuosos objetos del deseo de los tripudos poderosos. Entre los meses de marzo a junio de 1348 un tercio de la población humana desapareció víctima de la peste. Y los únicos que combatimos esa pandemia fuimos los gatos. Incluso algunos, con una larga experiencia exterminando ratas a bordo de los navíos mercantes, se sumaron a las huestes de la ciudad y a los broncos compañeros venidos de las islas.
Mientras en el resto de Europa la Inquisición consiguió fomentar la falsa creencia de que éramos emisarios del diablo, los venecianos permanecieron leales a nosotros, y convencidos de que más bien veníamos a ser sus únicos aliados frente a la enfermedad prrru.

(Agradezco el presente relato introductorio a la historia felina de Venecia a Rodolfo Carusino, cuya foto aparece en la portada del libro I gatti di Venecia de Pauline Marascutto y Anna Zane, y se muestra en éste blog felino. El texto de Marascutto forma parte de la bibliografía recomendada por Carusino, quien desde 1990 es historiador de la Real Academia de Estudios Felinos Venecianos).

Jeanne con gato negro

Tuve un gato negro resentido y muy arisco que unicamente yo podia acariciar, y eso cuando a él le daba la gana. Tal vez de pequeño fue maltratado. No sé. Igual era su espíritu rebelde. Lo nombré Miseria. Y venía corriendo cuando yo emitía un ridículo "Misery". Miseria nunca consintió en llevar collar con cascabel. Toda una ofensa a la dignidad felina. Recuerdo con inmenso agradecimiento todos los gatos que han pasado por mi vida y me han permitido compartir su amistad.

Museo felino en Amsterdan:KattenKabinet

Hola felinófilos agudos del planeta:Me ha parecido muy apropiado editar en "Reino Felino" un reportaje sobre el KattenKabinet de Amsterdan. Es de elec.net. Espero que os guste. Mewwau.
Ejército de transgénicos felinos. Pennigton.

No soy amigo ni sirviente; soy el gato que camina solo, y todos los lugares son iguales para mí“. Esta frase tan tajante es el motivo reiterado de la fábula “The Cat That Walked For Itself” de Rudyard Kipling, y el lema de un extraño museo que pude visitar este invierno en Amsterdam: el KattenKabinet, dedicado íntegramente a los gatos.

La casa que alberga este museo de arte está al lado del Herengratch, un lugar céntrico pero recogido. Es un lujoso edificio construido en 1667, con enormes salones y tres plantas: en 1985,Bob Meijer restaura el edificio y en 1990 funda el museo en memoria de su gato  naranja, J.P. Morgan.
Cuando el gato cumplió 15 años, Meijer hizo imprimir una edición limitada de billetes de un dólar. En ellos el rostro de Washington ha sido reemplazado por el de su adorado gato, y la frase In God we trust se ha convertido en We trust no dogs (no confiamos en perros). Los múltiples regalos: cuadros, esculturas y objetos que John Pierpont Morgan recibió en sus cumpleaños formaron la base de este museo.
Al entrar a la casa (hay que tocar una campanilla) hay un saloncito con una especie de taquilla a la derecha y unas escaleras de madera al frente. El día que fui estaba todo muy silencioso y no había visitantes. Pagué los 5 € de la entrada y subí  las crujientes escaleras a la planta superior donde están las colecciones; había otro piso más por encima, pero el acceso estaba restringido (ahora he descubierto que también tienen un hotel, aunque algo caro para mi status: 250 €/noche). Lo primero que se ve es una colección de carteles entre la Belle Époque y mediados de siglo XX, en los que aparecen gatos más o menos como protagonistas. Este pasillo entretiene un rato, y cuando me estaba preguntando si eso era todo -lo cual no hubiera resultado raro- fui a dar a los salones.
salonImaginaos una casa del siglo XVII con muebles de época, enormes ventanas, y techos con artesonados y pinturas. Esta casa, con el suelo cubierto de alfombras, está amueblada tal  como una vivienda; las vitrinas dispuestas aquí y allá no desvirtúan la ilusión de que va a aparecer alguien con una bandeja de café o leyendo en un sofá. Y todos y cada uno de los adornos que hay: cuadros, esculturas, pisapapeles, tapices… son obras de arte originales con el tema del gato. Parece el apartamento de Selina Kyle (cat woman de Batman), y hay un aire lóbrego y siniestro en la luz que entra por los ventanales. Silencio total: sólo se oye el tictac de un reloj y de una pieza de video-arte en forma de flipper en el que los topes son gatos-campanilla de porcelana.
De repente se puede percibir el lado siniestro del felino: los amables posters de Steinlen dejan paso a cuadros surrealistas, a oscuros lienzos con gatos de extraños rasgos. Cabezas de momias y sarcófagos traídos de Bubastis se codean con esculturas Art-Decó y raras piezas de distintas partes del mundo. En el salón de música hay dos elementos disonantes: un cajón de arena debajo del piano, y un horrible cuadro que abarca toda la pared en el que un mago invoca gatos demoníacos (he encontrado la web de un tío que fotografió ese cuadro). Y en ese momento percibí que me estaban mirando! Un gran gato gris saltó de una butaca a la alfombra, estirándose. Me miró un momento y luego siguió su camino por las salas ignorándome, como debe hacer un felino.
Había al menos tres de estos gatazos rondando por el museo a sus anchas, aunque su salón preferido parece ser la sala de venta de posters, donde hay unos cojines. Conscientes de que están en su casa, me recordaron a los gatos siameses que menciona Lobsang Rampa en sus libros como custodios de los tesoros del monasterio: suaves y solapados, se dejan acariciar gustosos; pero como alguien tocase una sola pieza de la cámara le harían tiritas.
Hay más de 500 piezas de arte originales en este museo singular entre los que aparecen algunos nombres sorprendentemente famosos (hasta un dibujo de Picasso!). Una curiosidad en un ambiente surrealista; una manera más de flipar en Amsterdam sin honguitos mágicos.
Web del Kattenkabinet   
Tomado de elec.net


Vigilante felino

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La vivienda es muy humilde. Hay enseres domésticos en un viejo aparador de madera. Escasos adornos, salvo un florero con ramas secas. Se ven unas cuantas botellas vacías limpias, que indican que aquí todo se aprovecha. El suelo es de linóleo bastante deslucido. Pero el gato está sano. Nos mira curioso, como tiene que ser. Vigila su territorio, tal vez atento a un ruido o a una presencia extraña. Su cola descansa en el piso. No tiene miedo. Allí él es el dueño y señor.