lunes, 1 de octubre de 2012

Venecia felina

Miau en Venecia

Venecia es una ciudad muy felina. Estamos por todas partes y somos adorados por los venecianos. Nuestra historia de amor se remonta a los primeros asentamientos de mamíferos bípedos en las cercanías del Rialto (Texto original: Rrrrrron Venecia prrruu, fss prrr rrrromm).

El establecimiento de la Republica, un período de pujante riqueza y prosperidad para los humanos, afianzó nuestros lazos con los bípedos pensantes. A todos los refinamientos llegados de Oriente, a la orfebrería, a los deliciosos aromas y especias, y a las prodigiosas construcciones, se sumaría la belleza de nuestros antecesores, los gatos orientales.

Cuentan las crónicas De Miau Veneto, que dentro del notable séquito de unos príncipes bizantinos, se pudo admirar por primera vez en Venecia, Sirius, un gato de Angora de pelo largo, que llegó a la ciudad en calidad de honorable compañía del noble. Cuando bípedos mercaderes venecianos contemplaron a Sirius, palidecieron de envidia. Y no pasó mucho tiempo antes de que se pudieran ver gatos de pelo largo, en los palacios del Canal Grande. Por cierto, los pagaban a precio de oro.

Pero los gatos que poblaban entonces Venecia no fueron sólo suntuosos objetos del deseo de los tripudos poderosos. Entre los meses de marzo a junio de 1348 un tercio de la población humana desapareció víctima de la peste. Y los únicos que combatimos esa pandemia fuimos los gatos. Incluso algunos, con una larga experiencia exterminando ratas a bordo de los navíos mercantes, se sumaron a las huestes de la ciudad y a los broncos compañeros venidos de las islas.
Mientras en el resto de Europa la Inquisición consiguió fomentar la falsa creencia de que éramos emisarios del diablo, los venecianos permanecieron leales a nosotros, y convencidos de que más bien veníamos a ser sus únicos aliados frente a la enfermedad prrru.

(Agradezco el presente relato introductorio a la historia felina de Venecia a Rodolfo Carusino, cuya foto aparece en la portada del libro I gatti di Venecia de Pauline Marascutto y Anna Zane, y se muestra en éste blog felino. El texto de Marascutto forma parte de la bibliografía recomendada por Carusino, quien desde 1990 es historiador de la Real Academia de Estudios Felinos Venecianos).

No hay comentarios:

Publicar un comentario